Imagínate a Jesús hablándote

Foto por Diana Gómez

Foto por Diana Gómez

¿Tienes victorias y alegrías? ¿Por qué no compartes tu felicidad conmigo?

Redacción de Prisma

No tienes que ser demasiado inteligente para complacerme: todo lo que necesitas es estar dispuesto a amarme. Solo háblame como le hablarías a otra persona en quien confías y a quien aprecias. 

¿Hay algunas personas por las cuales quieres orar? Mencióname sus nombres y pídeme lo que quieras para ellos. Soy generoso y conozco todas sus necesidades, pero quiero que me muestres tu amor por ellos y por mí, confiando en que haré lo mejor para ellos. 

Háblame acerca de los pobres, de los enfermos y de los pecadores, y si has perdido el amor o la amistad de alguien, dime eso también. 

¿Hay algo que deseas para tu alma? Si quieres, escribe una lista larga de todo lo que necesitas y léemela. 

Háblame de tu orgullo, de lo sensible que eres, de tu extremo egoísmo, de tu sarcasmo, de tu pereza. No te avergüences, hay muchos redimidos en el Cielo que tenían las mismas faltas. Todos me pidieron ayuda y poco a poco sus errores fueron corregidos. 

No te detengas cuando quieras pedirme bendiciones para tu cuerpo y para tu mente, tales como salud, memoria, éxito. Yo puedo darte todo y siempre doy todo lo que se necesita para que el alma sea más santa. 

¿Qué es lo que quieres hoy? Dímelo, porque estoy esperando la oportunidad de hacerte el bien. ¿Cuáles son tus planes? ¡Cuéntamelos! ¿Hay alguien a quien deseas agradar? ¿Qué quieres hacer para agradarlo?

¿No quieres hacer algo por mí? ¿No quieres ayudar con un poco de bien a las almas de tus amigos que quizá se han olvidado de mí? 

Háblame acerca de tus fracasos y te mostraré cuál es la causa de ellos. ¿Cuáles son tus preocupaciones? ¿Quién te ha ofendido? Cuéntamelo todo y prométeme perdonar y olvidar y entonces te bendeciré más.

¿Tienes miedo? ¿Tienes temor de sufrir tormentos irrazonables? Entrégate a mí, yo veo todo, no te dejaré. 

¿Tienes victorias y alegrías? ¿Por qué no compartes tu felicidad conmigo? Dime lo que te ha pasado desde ayer, qué te ha animado y confortado. Cualquier cosa que haya sido, pequeña o grande, yo la preparé. Sé agradecido. 

¿Has decidido firmemente no caer en las tentaciones? ¿Has resuelto evitar los malos amigos y los libros vulgares? Te hacen perder la paz del corazón. ¿Te vas a portar amable con aquel que te ha ofendido?

Bien, ahora continúa en tus quehaceres. Trata de ser más calmado, más humilde, más sumiso, más simpático. Vuelve pronto y tráeme un corazón más devoto. Mañana tendré más bendiciones para ti. 

«En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que Él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados» (1a Juan 4:10).   

Adaptado de una publicación de Las Buenas Nuevas (Westchester, IL).

Anterior
Anterior

3 hábitos del pasado que nos sirven para ser personas más sanas

Siguiente
Siguiente

El mundo debajo de nuestros pies